Me gusta ser un botón etéreo, y algo dócil. Me gusta, y he podido vivir conmigo por algo así como setenta y seis temporadas llenas, pues, de todo. Lo que no me ha gustado, eso sí, ha sido darme cuenta de que en el transcurso de mi muy botona vida no he encontrado aún a mi botón-par. Sí. Fatal, lo sé. Ah, nunca les he contado acerca de la bonita historia de los botones-par, y dado que estoy terriblemente enferma en mi botonería, se les contaré, mis muy queridos lectores botonescos:
“Érase que se era una vez, como dice Silvio[1], un empeñado sastrero que comenzaba con el buen negocio de telas, hilos, agujas y cierres (porque en esos tiempos tan, pero tan lejanos, se desconocía la existencia de tales cosas como botones). Aquel buen hombre, cuyo nombre no recuerdo ahora (y no creo sea relevante) se encontró un día con una señora que le encargó hacer una chompa de una tela muy suave y fina. Por supuesto, y sin dudarlo, el buen sastrero aceptó el desafío y recibió gustoso la tela. Al llegar a su taller se sentó en su mesa, y con muchas tizas de colores empezó a dibujar encima de la tan suave y fina tela, con mucho silencio, claro está, para que la tela fuera diciéndole cómo quería ser cortada y demás. Hasta que llegó el momento de unir unas últimas puntadas, cuando se dio cuenta de que a la chompa no se le podría coser un cierre, no. La tela era muy fina y suave para un cierre. ¿Y ahora? –pensó preocupado el buen sastrero– ¿Cómo demonios he de unir esta preciosa tela, con algo que sea tan pintoresco, fino y suave, y que además le de un toque de preciosidad a algo que es ya tan perfecto? (olvidé mencionar que nuestro pintoresco sastrero era un poco ególatra, pero ¿cómo no serlo? Era el mejor con las telas en siete condados a la redonda, y sus obras sastriles eran, pues, de arte). Y así, después de pensar por horas y horas en cómo unir aquella chompa fue que, como por arte de magia y azar, al abrir el último cajón de su mesa –el que nunca revisaba– fue que encontró en una cajita, algo pequeña y colorida, dos pequeños círculos achatados con huecos en el centro, cuatro para ser algo más específicos. Eran tan galantes y bonitos que el sastrero no dudó un segundo en utilizar uno para finalizar su magnífica faena, sin darse cuenta de la inscripción que aquella cajita tenía dentro. Uno, dos, tres. A golpe de la última campanada del pueblo fue que llegó la señora a ver cómo había quedado su orden textil. Como era de esperarse, quedó maravillada con su nueva prenda, y recompensó al sastrero por su arduo trabajo. Al irse, y quedarse él completamente solo en su taller, nuestro personaje se puso a observar detenidamente la pequeña caja, y se dio cuenta de que había omitido un gran detalle (léase, lo escrito en la cajita): “Estos que ves aquí, querido sastrero, se hacen llamar botones, y estarán más que dispuestos a ayudarte en tu faena diaria, siempre y cuando no los separes nunca y los uses juntos, pues son un par”. Al leer esto, el sastrero gritó, y comenzó a llorar. Había separado al primer par de botones de la historia, y nunca se lo perdonaría. Claro que intentó resarcir su error manufacturando botones desde entonces, pero nunca pudo hacer uno para el solitario primer botón de la historia.”
Algunas veces creo que podría ser yo ese botón, pero entonces sería tan ególatra como aquel sastrero, ¿no? Espero que mi botón-par llegue, o al menos alojarme en un ojal de una chompa muy suave y fina, irresistible de usar.
Ah, por cierto, hoy me encuentro de un leve verde alimonado, dado mi pobre y deteriorado estado de salud.
[1] No cualquier Silvio eh, hablo del estupendo trovador de apellido Rodríguez, y de su canción “Érase que se era”, ubicada en el disco del mismo nombre.
domingo, 25 de noviembre de 2007
La historia de los botones-par.
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7 comentarios:
Qué mejor manera de inaugurar nuestro blog con un cuento como el tuyo, ha quedado bien rulz, ah!
Me ha gustado, bastante.
Sólo queda una duda: ¿qué hacemos ahora con las agujas en un mundo de botones pares separados cual medias naranjas platónicas?
Checa esto...
"La media naranja (o el botón-par para nosotras) viene del mito griego de los androgenos, descripto en El banquete, de Platon. Se dice que los hombres primitivos eran dobles (HH HM y MM) y que se solian retovar a los dioses. Los dioses no podian matarlos porque sino nadie los adoraria, y como castigo deciden separarlos en dos partes que es lo que hoy conocemos como hombres y mujeres. Esas dos partes se buscan eternamente y asi es como los dioses mantiene a los hombres y mujeres entretenidos para que no se retoven de nuevo. La idea es que LA media naranja es la otra mitad de uno que quedo perdidia en el castigo.... y que rara vez se encuentra....
La escuela de Platon (el incluido) era preponderantemente homosexual, a lo cual el mito androgeno da una interesante legitimacion de porque un hombre buscaria a otro hombre, o una mujer querria a otra mujer. El mito se esparcio culturalmente y 25 siglos despues sigue vigente..." El Observador
(Fuente: http://www.psicofxp.com/forums/amor-y-pareja.178/385624-media-naranja.html ).
las agujas, muy a manera de cupido, y junto con hilos bien puestos en ojales, tratarán de amparejarnos con otros botones, aunque creo que nuestros "botonescos amores" son en realidad los ojales alos que "nos apegamos". sí.
es una leyenda botonesca de domingo enfermizo por la mañana :)
Creo que es mejor ser un botón es busca de otro botón que una media naranaja platónica en busca de su "otra mitad", ¿no creen? Pues así no me roban parte de mi identidad, jaja. No queda la sensación de que estamos "incompleta/os", sino que vamos en busca de otros botones o naranjas (o quizás manzanas, peras...cuanto más diverso, màs complicado, pero interesante) que de por sí ya están constituidos y no sienten esa añoranza platónica por su otra mitad procedente de ese mundo anterior, perfecto, tan pigamliónico como falso.
Inspirador, inspirador. Felicitaciones de sobremanera. Como caer a una piscina tranquila. Y como cuando no quieres salir del agua.
Hecho: La metáfora del botón es inagotable.
botonitos comentarios :)
web sobre botones
http://www.historiadelosbotones.com
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