martes, 18 de diciembre de 2007

De cómo pasan las cosas cuando suceden.

Yo creo que ya va siendo hora de otra botona historia, llena de anécdotas de ojales e hilos, agujas y cierres. Sï. Hoy, pequeños botones, les contaré de cómo pasan las cosas cuando suceden.

Escenario uno.-
Beatlenesca fiesta, todo un botono reventón en la caja de costura idónea para tal (y cualquier) acontecimiento: Sargento Pimienta.
Motivo? Los grandiosos cuarenta años del lanzamiento del famosísimo e ilustre "Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band".
La multitud? Botones, claro, de distintos tamaños, colores, formas y brillos.
Una noche singular, singular. Todo tal y como esperado. Ningún botono en especial que haya pretendido a este, su botón servidor.

Escenario dos.-
Una larga y aburrida estadía en casa de sábado por la noche.
Motivo? La evidente escasez de capital líquido por el botono reventón de ayer.
La "multitud"? Obviamente yo, su botón servidor, y otro botón que pícaramente decidió asomarse por una de las tantas ventanas de mi costurero explorador electrónico. Un botón bastante interesante y peculiar, que supo entrener una conversación por más de cuatro horas, bien adentrada la madrugada. Un logro, realmente, dada mi marmotísima condición de dormir luego de un reventón. El botón en cuestión me propone salir el miércoles a una botona exposición de un warholino personaje. Acepté, pensándolo dos y hasta tres veces, y concretamos las cosas con un intercambio de celutones (o celulares-botón).
Lo interesante? Ambos estuvimos ayer en el botono reventón.

Escenario tres.-
Una excelente warholina exposición y un café bastante bugués y helado en una locación no tan frecuente, pero no por eso no-encantadora.
Motivo? Pues, las ganas de aquel botón de vernos los ojales.
La multitud? Desde bricherísimos personajes y guardiobotones, a botones excepcionalmente conocidos en nuestro botonesco mundo televisivo. Pero nada me importaba, ya que la compañía de ese botón llenaba mis ganas de socializar - no quería hacer más que seguir hablándole de botonescas anécdotas, y que contestara todo con algo realmente ingenioso, y ver sus ojales-ojos. Sus ojales-ojos, y su agujo tono de voz.
Lo interesante? Varias cosas eh: de cómo aprendí a llegar al warholino lugar, de la clase que llevaré con un recomendado profesor, de cómo el destino siempre me cose a telas aledañas sanguíneamente cómicas.

Escenario cuatro.-
De encuentros y desencuentros en nuestra educativa cajita de costura.

Escenario cinco, seis, siete, ocho y nueve.-
O quizás más de nueve, no lo sé, no lo recuerdo y no quiero hacerlo. Son muchas las indirectas directas que se dicen en nuestras botonas conversas, y me tiene así como botonamente hipnotizada con todas las estupideces que dice y hace. Es realmente un botón excepcional, y yo una reverenda botona a -casi- sus pies (los botones tenían pies?). De todas maneras esto se va haciendo muy largo. En resumen: esta botona le dice casi tácitamente a su botono que le interesa, y este, en retorno, le dice que no piense más en su botona existencia, que él no vale la pena. Así fue, queridos botones, que empecé a vivir la vida loca. Sí.

Quedé casi con los ojales destrozados al arrancarme de la aledaña tela sanguíneamente cómicamente.

Y se repite la misma historia: el botono le dice que el viernes habrá un beatlenesco reventón, esta vez por el buen "Magical Mystery Tour". Esta botona sabe que debe ir, por su incondicional amor a los Beatlestones (o botones Beatles) pero no sabe cómo tomar la botona iniciativa de aquel botoimbécil, que por poco y la arrastra a ir.

¿Qué pasará con esta botona servidora el viernes? Sintonice el fin de semana su botonovela que todavía no tiene nombre.

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